domingo, 6 de julio de 2008

cosas que pasan



Nadie salió a despedirme
cuando me jui de la estancia
solamente el ovejero, un perro nomás,
Cosas que pasan.

El asunto, una zoncera,
un simple cambio de palabras,
y el olvido de un mocoso,
del que puedo ser su tata.
Y yo que no aguanto pulgas,
a pesar de mi inorancia,
ya nomás pedí las cuentas,
sin importarme de nada.

No hubiera pasado esto
si el padre no se marchara;
pero los patrones mueren,
y después los hijos mandan.
Y hasta parece mentira
pero es cosa señalada;
que de una sangre pareja,
salga la cría cambiada.

Los treinta años al servicio,
pal mozo, no fueron nada,
se olvidó mil cosas buenas
por una que salió mala.
Yo me había aquerenciao,
nunca conocí otra casa,
que apegado a las costumbres,
me hallaba en aquella estancia.

Si hasta parece mentira,
mocoso sin sombra e barba
que de guricito andaba
prendido de mis bombachas.
Por él, le quité a unos teros
dos pichoncitos, ¡malaya!
Y otra vez, nunca había bajao un nido,
y por él gatié las ramas.

Cuando ya se hizo muchacho,
yo le amansé el malacara,
y se lo entregué de riendas,
pa que él solo lo enfrenara.
Tenía un lazo trenzao,
que gané en una domada,
pal santo se lo osequié,
ya que siempre lo admiraba.

Y la única vez que el patrón
me pegó una levantada,
fue por cargarme las culpas
que a él le hubieran sido caras.
Zonceras, cosas del campo,
la tranquera mal cerrada,
y el terneraje e plantel
que se sale de las casas.
Y eso, pal finao patrón,
era cosa delicada.

Y bueno, pa que acordarme
de una época pasada,
me dije pa mis adentros
todo eso no vale nada.

Sin mirarnos, arreglamos,
metí en el cinto la plata,
le estiré pa despedirme mi mano,
Pa que apretara,
y me la dejó tendida,
cosa que yo no esperaba.
Porque ese mozo no sabe
si un día ha de hacerle falta.

Tranqueando me fui hasta el catre,
alcé un atado que dejara,
y me rumbié pal palenque,
echándome atrás el ala.
Ensillé, gané el camino,
pegué la ultima mirada
al monte, al galpón, los bretes,
el molino, las aguadas,

De arriba abrí la tranquera,
eché el pañuelo a la espalda;
por costumbre, prendí un negro,
talonié mi moro Pampa,
y ya me largué al galope,
chiflando como si nada.

Nadie salió a despedirme
cuando me fui de la estancia.
Solamente el ovejero, un perro nomás,
Cosas que pasan.


.

2 comentarios:

Gaby_esencializada dijo...

no puedo ver el video (si es que es un video) o la imagen (si es que es una imagen). Lu... me pasas el link?
eso
los quiero demasiado

Lu dijo...

Color local

(para Borges que lo mira por TV de ultratumba)