Apuntes sobre la impracticidad

Frases tales como “la gente definitivamente no sabe moverse por la vida”, “¿queda algo de sentido común en este mundo?” o “¿Es posible que haya personas que sean tan pero tan imprácticas” se alojan últimamente en mi mente con bastante frecuencia. Está bien que yo no sea “miss sentido común”, que estudie letras y todo eso. Pero hay límites. ¿Los hay? En realidad, aunque el cómo empezó este post les haga pensar lo contrario, no estoy segura si estoy a favor o en contra de esas personas imprácticas. Quizás tengan sus razones para actuar así. Y quizás persigan fines nobles. Y sean más razonables o más conscientes que los demás.

Veamos primero algunos ejemplos así entendemos de quienes estamos hablando. Hablo de los que caminan cuadras de más, por el simple hecho de caminarlas, aunque eso les ocasione llegar tarde con todas las consecuencias que eso trae en lo lugares a los que acuden las personas “razonables”. Hablo de los que tienen los libros y las cosas desordenados en estantes y bibliotecas, sin ningún criterio (al menos sin ninguno perceptible) en donde tratar de encontrar algo es toda una odisea. Hablo de los genios que no tienen agenda y que simplemente dejan fluir sus días (con todas las superposiciones de programas que eso implica). Hablo de los que al armar un rompecabezas, en lugar de clasificar las piezas por color disfrutan de encontrar la que buscan sin querer, en el montón, y se deprimen cuando lo terminan (igual que cuando se termina un buen libro). Y todo esto trae a mi memoria (casi sin querer) un artículo de Umberto Eco que leí en italiano el año pasado (sabía que algo me tenía que quedar de esas improductivas clases) en el que decía (irónicamente) que estaba esperando el día en que se invente un auto con las puertas que se abran para adentro. Hablo de los que comprarían orgullosos ese auto.

Entonces... esta gente ¿simplemente está loca? Quizás. ¿No entiende nada? Quizás. ¿El mundo estaría mejor si se racionalizaran (si es que algo así es posible)? Quizás. Pero de todos modos a mí me gusta pensar que estos individuos (que son más individuos que cualquiera), la tienen más clara que todos. Y que si se comportan de ese modo es para lograr el extrañamiento (ostranenie le dicen algunos) y hacérselos experimentar a los demás. Y así vivir la vida sin que simplemente se les pase, como si nada. Son héroes a su manera, porque se resisten heroicamente a la automatización. Y son poetas también. Y yo, aunque a veces sus actitudes me saquen de quicio (en esos días en que me creo racional) estoy con ellos. Y quiero que continúen con su vida "ilógica". Y que sigan desestructurando a los demás. Y haciéndonos sentir. Simplemente sentir. Aunque el sentimiento sea de bronca, incomodidad y enojo. Peor es la comodidad de la insensibilidad creo. Mucho peor.